HISHIRYO DESDE LA ENSEÑANZA DE LA TRADICIÓN SOTO
HISHIRYO (非思量) es una palabra antigua surgida y conocida en el entorno de la práctica mística zen. En el término HISHIRYO el prefijo HI (非) niega a la raíz de la palabra que la precede: SHIRYO (思量) , cuyo significado es pensamiento. Es decir, su traducción es NO PENSAMIENTO, pero esta es una interpretación reduccionista, puesto que no significa quedarse con la mente en blanco. Realmente y siendo más precisos significa PENSAMIENTO NO REFLEXIVO. Alude a un pensamiento espontáneo, instintivo e intuitivo.
Un concepto muy parecido, usado en el ámbito de las artes marciales es mushin (無心, donde mu es una partícula también negativa y shin espíritu, ánimo o intención. También es traducido de forma escueta por mente. Es dicir, designa a ausencia de mente, aunque una traducción más apropiada es ausencia de conciencia personal, puesto este concepto está relacionado con la fluidez en el movimiento y la acción durante el combate, donde la afectación y el ego controlador son un obstáculo que demora la respuesta de defensa o de ataque.
Volviendo a hishiryo, y dentro de su propio contexto zen, referido a un estado de consciencia expandido; hi significaría alto, más allá, lo absoluto, infinito. Con lo que este vocablo señalaría al pensamiento absoluto o pensamiento infinito; un pensamiento "más allá" de lo ordinario, tal como explicó el maestro zen Taisen Deshimaru en uno de sus libros. Así hishiryo se interpreta también como: “Pensar sin pensar, más allá del pensamiento”.
Hishiryo también es la palabra que designa el estado justo o correcto de la conciencia durante la práctica zen. El gran maestro japonés Dogen Zenji refiriendose a este estado mental indicó en una de sus enseñanzas a sus discípulos:
"Por favor, pensad desde el fondo del no-pensamiento. No penseis desde el fondo del pensamiento. Esto es hishiryo, el secreto del Zen".
La primera persona en utilizar este término según queda registrada en la historia fue el maestro zen chino Kanchi Sosan (¿-606). Lo empleó en su libro Shin Jin Mei o Poema en la Fe en el Espíritu (S. VII). Ahora bien, este término, extraordinariamente sutil y escurridizo no se deja entender tan fácilmente como pudiera parecer en un principio. Es necesario advertir a la mente racional de lo inédito y audaz de este hallazgo de la conciencia humana.
En los textos de la tradición zen, tanto los antiguos, así como los comentarios por maestros más recientes, son pocos los que hacen referencia a hishiryo, tal vez porque, tal como dejó escrito el maestro Sosan en el texto más antiguo del zen (entonces c’han o su transliteración anterior en chino) dentro del recientemente citado Shin Jin Mei, en el poema 58:
“Respecto a hishiryo
Es muy difícil hacer consideraciones”.
Para hacerse una idea aproximada y concisa es muy ilustrativa y didáctica
la explicación sobre el concepto que el primer patriarca Soto Zen en Europa, T. Deshimaru, daba al respecto en el glosario del libro La Voz del Valle:
“La conciencia hishiryo constituye la esencia secreta del Zen. No obstante, al igual que el satori, hishiryo no puede ser objeto del pensamiento. Hishiryo equivale a pensar sin pensar, a no pensar en el pensamiento. Trascender el pensamiento. El pensamiento absoluto. Pensar sin pensamientos. Pensar desde el fondo del no-pensamiento. Pensar sin pensar, oír sin oír, oler sin oler, observar sin observar, etc. Interrumpir el proceso mental que tiene lugar en el cerebro frontal (por oposición al cerebro central o cerebro primitivo) y pensar con el cuerpo, en lugar de con esa parte del cerebro. La interrupción de nuestra consciencia personal, abriendo lugar para la consciencia cósmica. Estar en completa unidad con el orden cósmico”.
(T. Deshimaru: La Voz del Valle. Ediciones Paidós Orientalia (1985). ISBN 84-7509-346-9)
En el libro La Práctica de la Concentración, el maestro zen Taisen Deshimaru, dentro del apartado titulado Condiciones de la Concentración y la Observación nos habla del arte de entrar en hishiryo y su dificultad o enigma:
“Una vez que uno se ha ubicado en el dojo, se ha sentado correctamente en postura y regulado la respiración a un ritmo justo y profundo, no significa sin embargo que la conciencia, sobre todo en los principiantes, se encuentre de inmediato sumergida en la calma.
Durante los primeros minutos de zazen el cerebro se parece a una ventana abierta por la que sopla una fuerte corriente de aire: surgen sin cesar pensamientos. Después, con
la prolongación de la práctica, la oleada de pensamientos disminuye, y por último se detiene. Cuando el viento deja de soplar, la habitación retorna a la calma; el cerebro se convierte en un lugar tranquilo. La extinción de pensamientos da lugar al estado de concentración, samatha en sánscrito, shi en chino-japonés. El kanji shi significa literalmente cesar, detener, y por esto entendemos: la concentración del espíritu que lleva a la calma.
Sin embargo, esta condición del espíritu no define por sí misma el verdadero zazen. La simple cesación del pensamiento, en efecto, no constituye más que un aspecto de la verdadera condición de zazen y conduce a un estado de somnolencia llamado kontin. El espíritu no puede mantener el estado de vigilia, que requiere una cierta tensión de la conciencia y necesita actividad. Es por lo que Dogen dijo: “Hay que pensar desde el fondo del no-pensamiento.”
Esta vigilancia activa es la observación, kan, el segundo componente de la condición zazen. Shi y kan asociados dan la actitud correcta del espíritu durante zazen. Producidos simultáneamente, son la expresión más elevada, ideal y absoluta de la conciencia llamada hishiryo, pensamiento absoluto, más allá del pensamiento.
Pero durante los primeros tiempos de zazen, antes de acceder a esta condición perfecta de la conciencia, el estado de concentración y de observación se suceden alternativamente.
La concentración sola, como se ha visto, conduce a un estado de oscurecimiento de la conciencia, como la vela que se consume lentamente y después se apaga.
Para no caer totalmente en la somnolencia, se debe comenzar a practicar la observación; ésta constituye el despertar de la conciencia desde el subconsciente. Los pensamientos son encauzados hasta la conciencia y observados por ella. Cuando el pensamiento surge y después desaparece inmediatamente, la observación que resulta de ello es llamada vicara en sánscrito. Se trata de una “observación relámpago”, instantánea. Cuando el pensamiento se estanca, la observación se prolonga igualmente. Esta es llamada vitarka.
Una persistencia demasiado larga del estado de observación conduce a la conciencia sanran, conciencia agitada y dispersa. El viento de los pensamientos sopla de nuevo violentamente y perturba la luminosidad estable y suave que emanaba de la llama. En este momento, hay que abandonar todos los pensamientos y conducir el espíritu al estado de concentración.
De esta manera se forma el ciclo de la concentración y de la observación.
Se puede decir como conclusión que es muy difícil crear y mantener el estado de conciencia justo. La prolongación del estado de concentración conduce al estado de kontin. La prolongación del estado de observación a sanran. ¿Cómo resolver este dilema? Es un gran koan. Dogen responde con hishiryo, la conciencia más allá del pensamiento.”
Si volvemos al texto del maestro Deshimaru respecto a la práctica de la concentración tenemos que más adelante dice:
“El kanji jo, que corresponde al término sánscrito samadhi, designa el estado que es estable, fijo, inmóvil y pacífico. El kanji e define la sabiduría, que nace de la comprensión íntima, profunda e inmediata del Todo. En esto difiere totalmente de la epistemología, y por lo tanto limitada al razonamiento. A esta última se la llama ninshiki-eki en japonés.
Si, durante zazen, podéis entrar en samadhi por medio del no-pensamiento absoluto, no significa sin embargo que la sabiduría se manifestará simultáneamente.
En este caso, a pesar de que el samadhi sea inmovilización serena del espíritu, es solamente inmovilización en la ignorancia desprovista de sabiduría profunda. Aún es necesario que se cree la sabiduría e. Si ésta nace del conocimiento surgido de la simple observación, permanecerá estrecha y restringida a las conjeturas extraídas de los datos de esta observación. Por lo tanto, es necesario que e aparezca, siempre por medio de la atención, en el estado de samadhi en el que la conciencia no está absorbida por los datos discriminatorios, sino que está concentrada en la totalidad, en la unión con el todo. En este caso, la observación percibe de manera global y la sabiduría se vuelve omnisciente, universal e infinita.
Inversamente, si durante zazen accedéis a la sabiduría profunda, a través del estado de observación nacido del pensamiento absoluto, no significa que hayáis accedido simultáneamente al perfecto estado apacible del samadhi, se dispersa en las múltiples direcciones en las que se agita vuestra conciencia. La sabiduría e que es capaz de observar ku (la vacuidad) y muso (el no aspecto) pero que no está investida de la serenidad del samadhi, es una sabiduría falsa que conduce a la locura. Por eso, para que aparezca el estado justo de zazen, la sabiduría debe establecerse en la conciencia al mismo tiempo que la condición del samadhi.
Vemos aún que concentración y observación son dos actitudes fundamentales complementarias, cuya unión conduce a la auténtica sabiduría profunda en la quietud del samadhi. En esta condición armoniosa del espíritu, todas las formas de bonnos pueden ser cortadas y se puede llegar a realizar el ideal espiritual final.”
Si volvemos al texto del maestro Deshimaru respecto a la práctica de la concentración tenemos que más adelante dice:
“El kanji jo, que corresponde al término sánscrito samadhi, designa el estado que es estable, fijo, inmóvil y pacífico. El kanji e define la sabiduría, que nace de la comprensión íntima, profunda e inmediata del Todo. En esto difiere totalmente de la epistemología, y por lo tanto limitada al razonamiento. A esta última se la llama ninshiki-eki en japonés.
Si, durante zazen, podéis entrar en samadhi por medio del no-pensamiento absoluto, no significa sin embargo que la sabiduría se manifestará simultáneamente.
En este caso, a pesar de que el samadhi sea inmovilización serena del espíritu, es solamente inmovilización en la ignorancia desprovista de sabiduría profunda. Aún es necesario que se cree la sabiduría e. Si ésta nace del conocimiento surgido de la simple observación, permanecerá estrecha y restringida a las conjeturas extraídas de los datos de esta observación. Por lo tanto, es necesario que e aparezca, siempre por medio de la atención, en el estado de samadhi en el que la conciencia no está absorbida por los datos discriminatorios, sino que está concentrada en la totalidad, en la unión con el todo. En este caso, la observación percibe de manera global y la sabiduría se vuelve omnisciente, universal e infinita.
Inversamente, si durante zazen accedéis a la sabiduría profunda, a través del estado de observación nacido del pensamiento absoluto, no significa que hayáis accedido simultáneamente al perfecto estado apacible del samadhi, se dispersa en las múltiples direcciones en las que se agita vuestra conciencia. La sabiduría e que es capaz de observar ku (la vacuidad) y muso (el no aspecto) pero que no está investida de la serenidad del samadhi, es una sabiduría falsa que conduce a la locura. Por eso, para que aparezca el estado justo de zazen, la sabiduría debe establecerse en la conciencia al mismo tiempo que la condición del samadhi.
Vemos aún que concentración y observación son dos actitudes fundamentales complementarias, cuya unión conduce a la auténtica sabiduría profunda en la quietud del samadhi. En esta condición armoniosa del espíritu, todas las formas de bonnos pueden ser cortadas y se puede llegar a realizar el ideal espiritual final.”
(Taisen Deshimaru: La Práctica de la concentración. Editorial Teorema, S. A. (1982). ISBN 84-85958-15-2)
EL poema 36 del poemario del maestro clásico Kanchi Sosan reza:
Ken hen se opone a la verdad,
Kontin se escapa de ella.
En su comentario a dichos versos el maestro Deshimaru explica:
En el zen se distinguen tradicionalmente seis condiciones de la conciencia
Los estados 1 y 2 son ken hen (sanran), los 5 y 6 son kontin, mientras que 3 y 4 son del
dominio de hishiryo, y corresponde a la actitud justa. Esta es concentración sobre la postura: mentón recogido, nuca y columna vertebral estiradas, espíritu depositado sobre el cuenco de la mano izquierda; el cuerpo se vuelve fresco, y el ser encuentra su condición normal.
T. Deshimaru (Comentarios sobre): Poema de la Fe en el Espíritu. Sin Jin Mei. Miraguano Ediciones (1988). ISBN 84-7813-004-7
Eihei Dogen, el mayor sabio, intelectual y místico japonés nos lo desveló el misterio en su característico código o lenguaje postverbal: “pensar desde el fondo del no-pensamiento”. Pero ¿qué significa pensar desde el fondo del no pensamiento? Contestar a esta pregunta a sido el motivo del extenso y largo trabajo de investigación al que se ha dedicado durante una década el autor de este sitio web, abordándolo desde las distintas aristas y disciplinas que se ven concernidas.
Si está interesado en conocer y comprender más sobre hishiryo, diríjase al apartado con el epígrafe “LA INVESTIGACIÓN”, situado en la caja contigua.
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